ajestuoso y su aire noble de madona.
Desde el umbral de la puerta se volvio a sonreirles, segura de que ellos
estaban mirandola, en espera de aquella gracia suya.
Reino en el salon un breve silencio, y, con otro suspiro doliente,
murmuro don Manuel:
--Por ella, por ella lo siento, sobre todo.
--Por Dios, deseche usted esa idea....
Pero el, obediente a su pensamiento, concluyo:
--Y por ti tambien, Salvador.
El mozo trago la saliva con alguna dificultad, y balbucio unas,
entrecortadas frases de consuelo; estaba emocionado y torpe.
Le miro el enfermo con carino, y tomandole las manos cordialmente, le
dijo:
--Vamos, hay que ser hombres de veras; yo he andado, hijo mio,
temerosos caminos sin temblar, y es preciso que no me acobarde en el
anhelo de este ultimo que voy a emprender. Tu debes ayudarme, y en ti
confio; te necesito, Salvador; ?estas pronto, hijo, a valerme?
--?Yo, senor?... Yo siempre estoy pronto a lo que usted mande. ?Acaso mi
vida no le pertenece a usted?
--iOh, muchacho, que cosas dices! Tu vida le pertenece a la humanidad, a
la ciencia; le pertenece a la juventud, a la dicha.... Tu vienes ahora,
Salvador, yo me voy; me voy temprano.... ihe vivido tan de prisa! He
amado mucho, he sufrido mucho, y tambien he gozado, que no es esta hora
de mentir, ni siquiera de disimular.... Y mira, no creas que yo he sido
tan malo como dicen.... Anduve por el mundo locamente y peque y cai
veces innumerables; pero otras veces, itambien muchas!, levante a los
caidos en mis brazos, prodigue a los tristes mi corazon y mi fortuna...,
fui piadoso y noble....
Callaba Salvador entristecido y confuso. Don Manuel miraba vagamente una
nubecilla blanca que se deshacia en jirones leves, sobre el fondo gris
de un cielo hurano.
Volviose hacia el joven, y le dijo de pronto:--?Sabes que ayer estuvo
aqui el notario de Villazon?
El muchacho interrogo perplejo:
--?Estuvo?
--Si; yo le habia mandado decir que deseaba verle. Hablamos un largo
rato y convinimos en que manana volveria para recibir mis ultimas
disposiciones.
Salvador se agito en su silla protestando:
--Pero, Dios mio, acabara usted por matarse con esa ansiedad.
--Al contrario; estos preparativos me tranquilizan; hallare reposo y
bienestar en arreglar todas mis cuentas, y para que, despues de realizar
estos propositos, tenga descanso mi corazon, es preciso que tu me hagas
una solemne promesa.
--Por hecha la puede usted contar.
--Tu quier
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