nsaba casarse...; pero creo que lo
dijo en broma...; quedo en venir pronto....
La presunta novia apaciguo un tanto sus furores para manifestar:
--No; si a mi por el no me importa un bledo...: tengo pretendientes de
sobra. Lo que siento es tu mala voluntad, tu poca complacencia.... Se
trataba solamente de conocer sus intenciones..., de saber por que nos
visita tanto.... Por ti no sera...: idicen que sois hermanos!...
La nina, recobrandose, contesto al punto:
--Si fuese cierto, por mi vendria....
--O no, que a los hermanos no les da tan fuerte. Ya ves lo que se
molestan por mi los mios..., icomo yo por ellos!...
No oyo Carmen estas ultimas palabras, embebida en la ilusion de pensar
que Salvador pudiera ser su hermano.
La otra argullo todavia:
--El bien me mira....
Distraida afirmo la muchacha:
--Si..., el bien te mira....
--Bueno; pues quiero conocer sus propositos, porque asi estamos
perdiendo el tiempo, y yo me perjudico.
Aun dijo Carmen, perpleja:
--Tu te perjudicas....
--Pues es preciso que te enteres pronto y bien de su intencion..., con
disimulo..., y si no, ipobre de ti!
La nina, como un eco, repitio mentalmente:
--iPobre de mi!
XII
Y sin embargo, Carmen ya no era tan pobre; tenia un amigo influyente en
la casona donde antes solo tuvo un Nino Jesus de madera y un gato feo y
ruin.
Con lozana alegria empezaba a florecer su corazon amoroso; y seducida
por aquellos primeros favores de la suerte, se sintio tan deseosa de
paces y treguas en la batalla de su senda oprimida, que penso en
congraciar con un ardid a la terrible senorita de la casa, escribiendo a
Salvador dos renglones que pudieran convertirse en alguna esperanza para
la cazadora de novios.
Y ella, tan sin artificios ni dobleces, imagino en seguida un medio
facil y seguro de hacer llegar su misiva a las manos del medico.
Era un sabado, y dona Rebeca daba algunas limosnas en ese dia, por vieja
rutina de la casa. Solia la nina repartirlas, y tenia un pobre favorito
muy socorrido por ella en sus prosperos dias de Luzmela.
Aguardole, y, con misterio, le dio su papel para Salvador.
En el decia:
"Estoy bien y mucho mas contenta; no dejes de venir pronto a vernos y
procura estar amable con Narcisa: es un favor que te pido".
Despues que el emisario partio, gozoso de servir a su bella protectora,
Carmen se quedo arrepentida de inducir a Salvador a una farsa con aquel
impremeditado ruego.
Quiso tranqu
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