senor de si mismo y tan risueno, sintio una verdadera
emocion de piedad y de ternura.
La estaba mirando a los preciosos ojos ardientes, cuando contesto:
--Estare... todo el tiempo que tu quieras....
--Entonces, siempre....
--Pues... siempre.... Ya sabes tu que te quiero mucho, ?verdad?... Eres
una santa, nina, una santa muy hermosa.
Ella, con la incomparable sorpresa de aquel lenguaje calido y ferviente,
llena de efusion murmuro:
--Tu eres bueno....
Bajo la influencia de aquel minuto grande y puro de su vida, repuso
Fernando:
--No; no soy bueno...; sere, si tu quieres, "menos malo"...; pero,
aunque no soy capaz de nada sublime, tampoco de nada infame.
Y como si quisiera justificar sus palabras, dejo de sugestionar a la
nina con su voz conqueridora y con su mirada magnetica; la hizo
llegarse a mirar los vestidos, y quiso hablar de ellos en conversacion
amistosa y festiva.
Pero Carmen seguia extasiada ante una revelacion luminosa que la poseia
toda de extrana y honda felicidad.
XV
Se supo en la casona y aun en los alrededores, que dona Rebeca y su hijo
mayor habian tenido una larga y solemne entrevista.
Y aunque parecia imposible que la senora fuese capaz de sostener una
conversacion seria, sin exaltaciones y mudanzas, sin giros insensatos ni
absurdas interpretaciones, ello fue cierto que Fernando la sometio a
esta penitencia y que empleo en tal empeno toda la fuerza moral con que
dominaba a su madre.
Se supo, tambien, que, al final de esta memorable confidencia, habia
sido llamada Narcisa, y que despues de escuchar, con mal contenida
impaciencia, las admoniciones de su hermano, mas autoritarias que
suplicantes, salio diciendo, evasivamente y con sana:
--Casate con ella y te la llevas a navegar; mientras tanto, mama dispone
al fin de su herencia, que ya es hora, y paga lo que debe y salimos a
flote.... Eso es lo mejor que podias hacer; ya que tanto te interesa la
chica, a la vez que la sacas de penas, nos sacas a todos.... Tu que eres
el mayor y el preferido, debes ayudar a tu madre....
Se supo, en fin, que entre otras muchas cosas acordes y sensatas,
inusitadas en aquella casa de locos y de suicidas, Fernando dijo con
acento honrado:
--Yo no soy capaz de hacerla feliz...; yo no la merezco....
Maravillo mucho que dona Rebeca escuchase el severo sermon de su hijo
sin tirarse de los pelos ni recitar siquiera un mal refran, y que, por
remate de cuentas, Carmen estrenase en pa
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