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, no se ha de juzgar de todos, como hemos visto, hablando de las inducciones: ya tambien, porque si Cleobulo con aquel habito exterior de virtud era hipocrita, no lo son otros; antes debe ser regular acompanar a la verdadera virtud aquella modesta compostura. [22] Por otro camino yerran tambien muchisimos. Oyen a un Predicador, que habla con frases compuestas y adornadas: sus voces son exquisitas, sus clausulas tienen cadencia, su ayre en el decir es primoroso, sus movimientos muy prontos, y sin otro examen dicen: _iO! este es un Predicador sin segundo._ Este juicio es de los mas comunes, y mas errados que oigo en el trato civil. Con todas aquellas prendas no tiene el Predicador otra habilidad, que la de embelesar a necios, porque todas no hacen mas que hinchar la fantasia, y halagar los sentidos con bellas apariencias. Tan acertado es aquel juicio, como el que hiciera un hombre si viese a una mona con manillas, perlas, afeytes, y otros adornos externos, y la tuviera por hermosa. La regla fixa[a] que qualquiera hombre cuerdo ha de tener para distinguir estas vanas apariencias de la realidad de las cosas, es considerar la solidez de las maximas que el Predicador propone, y ver si en ellas resplandece lo verdadero y lo bueno, y si hay orden, y conexion entre las pruebas del asunto, y si estas son eficaces para hacer que el auditorio convencido, se mueva a amar lo bueno que se propone, y seguir la verdad que se persuade; pero en oyendo a un Predicador que empieza con antitesis frequeentes, con vanos preambulos, con frases muy estudiadas, y con cadencias poeticas, sera bien desconfiar un poco, porque es cosa comunisima que semejantes artificios anden juntos, no con verdades solidas, sino con fruslerias y puerilidades. En efecto estas artes son para encantar los sentidos con la armonia de aquella musica con que el Orador canta mejor que predica, y no hemos de dexarnos llevar de sombras, sino de realidades. [Nota a: _Nos autem, qui rerum magis quam verborum amatores, utilia potius quam plausibilia sectamur, non id quaerimus, ut in nobis inania saeculorum, ornamenta, sed ut salubria rerum emolumenta laudentur._ Salvian. _de Judic. & Provid. Dei in Prooemio, pag. 28. Bibl. Vet. PP. tom. 8._] [23] Cada vez que veo esto entre los Christianos, me lastimo de la falta de Logica de muchos oyentes, porque si estos supieran despreciar como merecen tales adornos, tal vez no los usarian los Predicadores. Y es cierto que no los neces
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