tona.
Pasaron por el pueblecito de Oiquina, constituido por unos cuantos
caserios colocados al borde del rio Urola, luego por Aizarnazabal y en
la venta de Iraeta, cerca del puente, se detuvieron a cenar.
La noche se echo pronto encima. Cenaron Martin y Bautista y discutieron
si seria mejor quedarse alli o seguir adelante, y optaron por esto
ultimo.
Montaron en sus jamelgos, y al echar a andar vieron que de una casa
proxima al puente de Iraeta salia un coche arrastrado por cuatro
caballos. El coche comenzo a subir el camino de Cestona al trote. Este
trozo de camino, desde Iraeta a Cestona, pasa entre dos montes y tiene
en el fondo el rio. De noche, sobre todo, el tal paraje es triste y
siniestro.
Martin y Bautista, por ese sentimiento de fraternidad que se siente en
las carreteras solitarias, quisieron acercarse al coche y ponerse al
habla con el cochero, pero sin duda el cochero tenia razones para no
querer compania, porque, al notar que le seguian, puso los caballos al
trote largo y luego los hizo galopar.
Asi, el coche delante y Martin y Bautista detras, subieron a Cestona, y
al llegar aqui el coche dio una vuelta rapida y poco despues echo un
fardo al suelo.
--Es algun contrabandista--dijo Martin.
Efectivamente, lo era; hablaron con el y el hombre les confeso que habia
estado dispuesto a dispararles al ver que le perseguian. Marcharon los
tres a la posada, ya hechos amigos, y Martin fue a ver a un confitero
carlista de la calle Mayor.
Durmieron en la posada de Blas y muy de manana Zalacain y Bautista se
prepararon a seguir su camino.
Era el dia lluvioso y frio, la carretera, amarillenta, llena de baches,
ondulaba por entre campos verdes; no se veia el monte Itzarroiz,
envuelto entre la bruma. El rio, crecido, iba de color de ocre. Se
detuvieron en Lasao, en la posesion de un baron carlista, a hacer que su
administrador firmara un documento y siguieron bordeando el Urola hasta
Azpeitia.
Aqui el trabajo era bastante grande y tardaron en terminarle. Al
anochecer, estuvieron ya libres, y, como preferian no quedarse en
pueblos grandes, tomaron un camino de herradura que subia al monte
Hernio y fueron a dormir a una aldea llamada Regil.
El tercer dia, de Regil cogieron el camino de Vidania, y llegaron a
Tolosa, en donde estuvieron unas horas.
De Tolosa fueron a dormir a un pueblo proximo. Les dijeron que por alla
andaba una partida, y prefirieron seguir adelante. Esta partida, dias
antes, habi
|