migo--dijo Martin.
--Es que si tu crees que eres el unico capaz de hacer eso, estas
equivocado--replico Bautista--. Yo voy donde otro vaya.
--No digo que no.
--Pero parece que dudas.
--No, hombre, no.
--Si, si, y para que veas que no hay tal cosa, te voy a acompanar. No se
dira que un vasco frances no se atreve a ir donde vaya un vasco espanol.
--Pero hombre, tu estas casado--repuso Martin.
--No importa.
--Bueno, ya veo que lo tu quieres es acompanarme. Iremos juntos, y, si
conseguimos traer las letras firmadas te dare algo.
--?Cuanto?
--Ya veremos.
--iQue granuja eres!--exclamo Bautista--?para que quieres tanto dinero?
--?Que se yo? Ya veremos. Yo tengo en la cabeza algo. ?Que? No lo se,
pero sirvo para alguna cosa. Es una idea que se me ha metido en la
cabeza hace poco.
--?Que demonio de ambicion tienes?
--No se, chico, no se--contesto Martin--pero hay gente que se considera
como un cacharro viejo, que lo mismo puede servir de taza que de
escupidera. Yo no, yo siento en mi, aqui dentro, algo duro y fuerte...
no se explicarme.
A Bautista le extranaba esta ambicion obscura de Martin, porque el era
claro y ordenado y sabia muy bien lo que queria.
Dejaron esta cuestion y hablaron del recorrido que tenian que hacer.
Este comenzaria yendo en el vaporcito la _Fleche_ a Zumaya y siguiendo
de aqui a Azpeitia, de Azpeitia a Tolosa y de Tolosa a Estella. Para no
llevar la lista de todas las personas a quien tenian que ver y estar
consultando a cada paso lo que podia comprometerles, Bautista, que tenia
magnifica memoria, se la aprendio de corrido; cosieron las letras entre
el cuero de las polainas y por la noche se embarcaron.
Entraron en el vaporcito de la _Fleche_ en Socoa y se echaron al mar.
Bautista y Zalacain pasaron la travesia metidos en un camarote pequeno
dando tumbos.
Al amanecer, el piloto vio hacia el cabo de Machichaco un barco que le
parecio de guerra, y forzando la marcha entro en Zumaya.
Varias companias carlistas salieron al puerto dispuestas a comenzar el
fuego, pero cuando reconocieron el barco frances se tranquilizaron.
Despues de desembarcar, la memoria admirable de Bautista indico las
personas a quienes tenian que visitar en este pueblo. Eran tres o cuatro
comerciantes. Los buscaron, firmaron las letras, compraron los viajeros
dos caballos, se agenciaron un salvo-conducto; y por la tarde, despues
de comer, Martin y Bautista se encaminaron por la carretera de Ces
|