des Laguardia! No, hombre. Eso no es nada para
nosotros. Yo voy solo a Laguardia y la tomo, o a lo mas con mi cunado
Bautista.
Se echaron todos a reir de la fanfarronada, pero viendo que Martin
insistia, diciendo que aquella misma noche iban a entrar en la ciudad
sitiada, pensaron que Martin estaba loco. Briones, que le conocia,
trato de disuadirse de hacer esta barbaridad, pero Zalacain no se
convencio.
--?Ven ustedes este panuelo blanco?--dijo--. Manana al amanecer lo veran
ustedes en este palo flotando sobre Laguardia. ?Habra por aqui una
cuerda?
Uno de los oficiales jovenes trajo una cuerda, y Martin y Bautista, sin
hacer caso de las palabras de Briones, avanzaron por la carretera.
El frio de la noche les sereno, y Martin y su cunado se miraron algo
extranados. Se dice que los antiguos godos tenian la costumbre de
resolver sus asuntos dos veces, una borrachos y otra serenos. De esta
manera unian en sus decisiones el atrevimiento y la prudencia. Martin
sintio no haber seguido esta prudente tactica goda, pero se callo y dio
a entender que se encontraba en uno de los momentos regocijados de su
vida.
--?Que? ?vamos a ir?--pregunto Bautista.
--Probaremos.
Se acercaron a Laguardia. A poca distancia de sus muros tomaron a la
izquierda, por la Senda de las Damas, hasta salir al camino de El Ciego
y cruzando este se acercaron a la altura en donde se asienta la ciudad.
Dejaron a un lado el cementerio y llegaron a un paseo con arboles que
circunda el pueblo.
Debian de encontrarse en el punto indicado por el hombre de Yecora,
entre la puerta de Mercadal y la de Paganos.
Efectivamente, el sitio era aquel. Distinguieron los agujeros en el
muro que servia de escalera; los de abajo estaban tapados.
--Podriamos abrir estos boquetes--dijo Bautista.
--iHum! Tardariamos mucho--contesto Martin--. Subete encima de mi a ver
si llegas. Toma la cuerda.
Bautista se encaramo sobre los hombros de Martin, y luego, viendo que se
podia subir sin dificultad, escalo la muralla hasta lo alto. Asomo la
cabeza y viendo que no habia vigilancia salto encima.
--?Nadie?--dijo Martin.
--Nadie.
Sujeto Bautista la cuerda con un lazo corredizo en un angulo de un
torreon, v subio Martin a pulso, con el palo en los dientes.
--Se deslizaron los dos por el borde de la muralla, hasta enfilar una
calleja. Ni guardia, ni centinela; no se veia ni se oia nada. El pueblo
parecia muerto.
--?Que pasara aqui?--se dijo Martin.
Se
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