puerta es imposible--dijo el hombre--, pero yo he entrado
subiendo por unos agujeros que hay en el muro entre la Puerta de Paganos
y la de Mercadal.
--?Pero y los centinelas?
--No suelen haber muchas veces.
Bajaron Martin y Bautista por una senda desde Lanciego a la carretera y
llegaron al sitio en donde acampaba el ejercito liberal. La tropa,
despues de canonear las trincheras carlistas, avanzaba, y el enemigo
abandonaba sus posiciones refugiandose en los muros.
El regimiento del capitan Briones se encontraba en las avanzadas. Martin
pregunto por el y lo encontro. Briones presento a Zalacain y a Bautista
a algunos oficiales companeros suyos, y por la noche tuvieron una
partida de cartas y jugaron y bebieron. Gano Martin, y uno de los
companeros de Briones, un teniente aragones que habia perdido toda su
paga, comenzo, para vengarse, a hablar mal de los vascongados, y
Zalacain y el se encarzaron en una estupida discusion de amor propio
regional, de esas tan frecuentes en Espana.
Decia el teniente aragones que los vascongados eran tan torpes, que un
capitan carlista, para ensenarles a marchar a la derecha y a la
izquierda elevaba un manojo de paja en la mano y les decia, por ejemplo:
iDoble derecha! y en seguida pasaba el manojo a la derecha y decia.
iHacia el lado de la paja! Ademas, segun el oficial, los vascongados
eran unos poltrones que no se querian batir mas que estando cerca de sus
casas.
Martin se estaba amoscando, y dijo al oficial:
--Yo no se como seran los vascongados, pero lo que le puedo decir a
usted es que lo que usted o cualquiera de estos senores haga, lo hago yo
por debajo de la pierna.
--Y yo--dijo Bautista, colocandose al lado de Martin.
--Vamos, hombre--dijo Briones--. No sean ustedes tontos. El teniente
Ramirez no ha querido ofenderles.
--No nos ha llamado mas que estupidos y cobardes--dijo riendo Martin--.
Claro que a mi no me importa nada lo que este senor opine de nosotros,
pero me gustaria encontrar una ocasion para probarle que esta
equivocado.
--Salga usted--dijo el teniente.
--Cuando usted quiera--contesto Martin.
--No--replico Briones--, yo lo prohibo. El teniente Ramirez quedara
arrestado.
--Esta bien--dijo refunfunando el aludido.
--Si estos senores quieren un poco de jaleo, cuando tomemos Laguardia
pueden venir con nosotros--advirtio el oficial.
Martin creyo ver alguna ironia en las palabras del militar y replico
burlonamente:
--iCuando tomen uste
|