Blancos cabellos cuya amada hebra
Es cual corona de laurel de plata,
Mejor que esas coronas que celebra
La vil lisonja, la ignorancia acata,
10 Y el infortunio quiebra.
XI
iPadres mios, mi amor! Cuando contemplo
La sublime bondad de vuestro rostro,
Mi alma a los trances de la vida templo,
Y ante esa imagen para orar me postro,
15 Cual me postro en el templo.
XII
Cada arruga que surca ese semblante
Es del trabajo la profunda huella,
O fue un dolor de vuestro pecho amante.
La historia fiel de una epoca distante
20 Puedo leer yo en ella.
XIII
La historia de los tiempos sin ventura
En que luchasteis con la adversa suerte, page 131
Y en que, tras negras horas de amargura,
Mi madre se sintio mas noble y pura
Y mi padre mas fuerte.
XIV
Cuando la noche toda en la cansada
5 Labor tuvisteis vuestros ojos fijos,
Y, al venceros el sueno a la alborada,
Fuerzas os dio posar vuestra mirada
En los dormidos hijos.
XV
Las lagrimas correr una tras una
10 Con noble orgullo por mi faz yo siento,
Pensando que hayan sido por fortuna,
Esas honradas manos mi sustento
Y esos brazos mi cuna.
XVI
iPadres mios, mi amor! Mi alma quisiera
15 Pagaros hoy la que en mi edad primera
Sufristeis sin gemir lenta agonia,
Y que cada dolor de entonces fuera
Germen de una alegria.
XVII
Entonces vuestro mal curaba el gozo
20 De ver al hijo convertirse en mozo,
Mientras que al verme yo en vuestra presencia
Siento mi dicha ahogada en el sollozo
De una temida ausencia.
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XVIII
Si el vigor juvenil volver de nuevo
Pudiese a vuestra edad, ?por que estas penas?
Yo os daria mi sangre de mancebo,
Tornando asi con ella a vuestras venas
5 Esta vida que os debo.
XIX
Que de tal modo la afliccion me embarga
Pensando en la posible despedida,
Que imagino ha de ser tarea amarga
Llevar la vida, como inutil carga,
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