enos de furor, les
dijeron:--"Que aquellas tierras eran totalmente suyas y de sus
nacionales, y no de los PP.; y por tanto que no tenian cosa
alguna de que disponer y dar a otros, especialmente a los
enemigos: que de los tales sabian ellos, y esto tambien les
constaba de una carta que habian interceptado, que los PP.
conspiraban con los enemigos, y que les querian entregar estas
tierras: y que asi, sin demora se volviesen a su pueblo, que
ellos en el campo no los necesitaban para nada." Cuando asi
hablaba el teniente de San Pablo con tan impertinente discurso,
tambien otro joven noble, sin barbas, empezo a decir otras cosas
peores. Tres soldados Miguelistas, del mismo pueblo y asistentes
de los PP. que se habian llegado a la puerta de la capilla y de
la cerca, espantados de una audacia tan desvergonzada,
embistieron con las lanzas, y se atrevieron a echarlos con
entera y manifiesta temeridad. Viendo esto uno de los Padres, se
arrojo a las lanzas, y asiendolas con las manos, detuvo el
impetu, y con palabras graves y nerviosas contuvo la audacia, y
hizo que se apartasen. Habiendose sosegado el tumulto, aunque
los aguaderos, cocineros y todos los muchachos de los PP. otra
vez anduviesen armados por la cocina, no se intento cosa mayor.
Finalmente se tranquilizaron, habiendo todos los PP. reprendido
la temeraria audacia de los del pueblo de San Pablo, y habiendo
hecho demostracion que todas las cosas que hablaban eran falsas,
y la acusacion infundada. Se indago que cosa dijese la carta,
quien fuese el autor, quien el testigo, y en que lugar se hallo.
Pusieron o presentaron en medio a cierto Luisista, el cual dijo
delante de todos, que el habia pillado la carta, la habia leido,
e interpretado, y finalmente la habia enviado a su superior o
cacique. Preguntandoles que cosa habia comprendido de aquella
carta, dijo, que se pedian en ella pasas, garbanzos, habas y
otras legumbres para sustento de los capitanes de los enemigos,
cuyos nombres, puestos en la carta, yo mismo lei. Se les
demostro que habia entendido, o interpretado mal la carta,
porque era del cura de San Miguel, quien pedia las sobredichas
legumbres para su cocina y la de sus companeros, e inserto en
ella los nombres de los capitanes, para que supiesen los demas
PP. que los Generales estaban ya aqui con el ejercito: por fin
se apaciguo la gente amotinada. Los capitanes de San Pablo,
habien
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