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como ella creia. Los dos empezaron a evolucionar por las tierras de la estancia, persiguiendose a traves de alturas y hondonadas. De vez en cuando, Celinda, que llevaba siempre una gran ventaja sobre su perseguidor, detenia la velocidad de su caballo como si quisiera dejarse vencer por Watson; pero al verle cerca volvia a salir a todo galope, insultandolo con las mismas palabras que inventaron los gauchos en otros tiempos para burlarse de la torpeza de los europeos en los usos del pais y de su inferioridad como jinetes. --iGringo chapeton!... iMaturrango que no sabe tenerse sobre el caballo! Conservaba Ricardo en el delantero de su silla un lazo de cuerda que le habia regalado Flor de Rio Negro. Mientras galopaba lo desenrollo, para arrojarlo sobre ella cada vez que estaba proxima. El lazo caia siempre en el vacio, lejos de Celinda, y esta celebraba con ironicas carcajadas la torpeza del ingeniero; pero su risa fue transformandose y cada vez se hizo mas alegre, como si no expresase ya desprecio por su falta de habilidad, sino regocijo. Watson reia tambien, presintiendo que una risa comun acabaria por unirlos con mas rapidez que su lazo inutil. En estas evoluciones se fueron aproximando a la estancia. Celinda hizo que su caballo saltase una barrera de troncos, y desaparecio. Watson no pudo obligar al suyo a que diese otro salto igual, e hizo un largo rodeo para entrar por una tranquera abierta. Asi llego hasta el edificio de la estancia con calculada lentitud, deseando que saliese alguien a quien hablar. Celinda permanecia invisible, y el no osaba presentarse en la puerta de la casa, por miedo a que la hija de Rojas le recibiese hostilmente. Otra vez el pequeno Cachafaz aparecio junto a las patas de su caballo, con una oportunidad providencial. --Dile a la senorita Celinda si puedo entrar a saludarla. Se alejo el duende mestizo rascandose por debajo de la suelta camisa el grueso boton de su panza achocolatada. Poco despues volvio a aparecer, y con su vocecita cantarina y melosa de indio anuncio a Watson: --Mi patroncita dice que se vaya, y que no quiere verle mas, porque es usted... porque es usted muy feo. Quedo riendo Cachafaz de sus propias palabras, mientras Watson miraba con tristeza hacia la casa. Luego hizo dar vuelta a su cabalgadura y se alejo relativamente consolado, por una resolucion que acababa de adoptar. "Volvere manana...--se dijo--. Volvere todos los dias, hasta que me perdone
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