de costumbre, el Sr. D.
Inocencio. No habian tenido tiempo aun la senora y el
canonigo para cambiar dos palabras, cuando entro en el
comedor una criada de edad y mucha confianza, que era
el brazo derecho de dona Perfecta, y como esta la viera
[25] inquieta y turbada, llenose tambien de turbacion, sospechando
que algo malo en la casa ocurria.
--No encuentro a la senorita por ninguna parte--dijo
la criada, respondiendo a las preguntas de la senora.
--iJesus! iRosario!... ?donde esta mi hija?
--iValgame la Virgen del Socorro!--grito el 169
Penitenciario, tomando el sombrero y disponiendose a correr tras
la senora.
--Buscadla bien.... ?Pero no estaba contigo en su
[5] cuarto?
--Si, senora--repuso temblando la criada vieja;--pero
el demonio me tento y me quede dormida.
--iMaldito sea tu sueno!... iJesus mio!... ?que
es esto? iRosario, Rosario.... Librada!
[10] Subieron, bajaron, tornaron a bajar y a subir, llevando
luz y registrando todas las piezas. Por ultimo oyose la voz
del Penitenciario en la escalera, que decia con jubilo:
--Aqui esta, aqui esta. Ya parecio.
Un instante despues madre e hija se encontraban la una
[15] frente a la otra en la galeria.
--?Donde estabas?--pregunto con severo acento dona
Perfecta, examinando el rostro de su hija.
--En la huerta--repuso la nina mas muerta que viva.
--?En la huerta a estas horas? iRosario!...
[20] --Tenia calor, me asome a la ventana, se me cayo el
panuelo y baje a buscarlo.
--?Por que no dijiste a Librada que te lo alcanzase?...
iLibrada!... ?Donde esta esa muchacha? ?Se ha
dormido tambien?
[25] Librada aparecio al fin. Su semblante palido indicaba
la consternacion y el recelo del delincuente.
--?Que es esto? ?Donde estabas?--pregunto con
terrible enojo la dama.
--Pues, senora... baje a buscar la ropa que esta en
[30] el cuarto de la calle... y me quede dormida.
--Todas duermen aqui esta noche. Me parece que alguna
no dormira en mi casa manana. Rosario, puedes retirarte.
Comprendiendo que era indispensable proceder con
prontitud y energia, la senora y el canonigo emprendieron sin
tardanza sus investigaciones. Preguntas, amenazas, ruegos, 170
promesas, fueron empleadas con habilidad suma para
inquirir la verdad de l
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