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la senora.--No te he aconsejado yo tal cosa, y si lo
haces es por tu voluntad. Tampoco el Sr. D. Inocencio te
habra dicho una palabra en este sentido. Pero cuando tu
[5] lo decides asi, razones muy poderosas tendras.... Dime,
Cristobal, ?quieres cenar? ?quieres tomar algo?... con
franqueza....
--En cuanto a que yo aconseje al Sr. Ramos que se eche
al campo--dijo D. Inocencio, mirando por encima de los
[10] cristales de sus anteojos,--razon tiene la senora. Yo,
como sacerdote, no puedo aconsejar tal cosa. Se que
algunos lo hacen; y aun toman las armas; pero esto me parece
impropio, muy impropio, y no sere yo quien los imite.
Llevo mi escrupulosidad hasta el extremo de no decir una
[15] palabra al Sr. Ramos sobre la peliaguda cuestion de su
levantamiento en armas. Yo se que Orbajosa lo desea; se
que le bendeciran todos los habitantes de esta noble ciudad;
se que vamos a tener aqui hazanas dignas de pasar a la
historia; pero, sin embargo, permitaseme un discreto
[20] silencio.
--Esta muy bien dicho--anadio dona Perfecta.--No
me gusta que los sacerdotes se mezclen en tales asuntos.
Un clerigo ilustrado debe conducirse de este modo. Bien
sabemos que en circunstancias solemnes y graves, por
[25] ejemplo, cuando peligran la patria y la fe, estan los
sacerdotes en su terreno incitando a los hombres a la lucha y
aun figurando en ella. Pues que Dios mismo ha tomado
parte en celebres batallas, bajo la forma de angeles o santos,
bien pueden sus ministros hacerlo. Durante la guerra contra
[30] los infieles, ?cuantos obispos acaudillaron las tropas
castellanas?
--Muchos, y algunos fueron insignes guerreros. Pero
estos tiempos no son como aquellos, senora. Verdad es
que si vamos a mirar atentamente las cosas, la fe peligra
ahora mas que antes.... ?Pues que representan esos 163
ejercitos que ocupan nuestra ciudad y pueblos inmediatos?
?que representan? ?Son otra cosa mas que el infame
instrumento de que se valen para sus perfidas conquistas
[5] y el exterminio de las creencias, los ateos y protestantes de
que esta infestado Madrid?... Bien lo sabemos todos.
En aquel centro de corrupcion, de escandalo, de
irreligiosidad y descreimiento, unos cuantos hombres malignos,
comprados por el oro extranjero, se emplean en destruir en
[10] nues
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