sables, trabaron el combate, y peleaban
llenos de ardor, avanzando apresuradamente con la mayor bizarria: pero
eran pocos para no ser confundidos y derrotados en la eminencia por la
multitud que los esperaba. Dejolos Orellana en la accion, y volvio en
busca de los demas para persuadirlos, representandoles el laudable
ejemplo de sus companeros: esfuerzos que no bastaron a empenarlos; y
receloso de un accidente desgraciado con la proximidad de la noche,
mando tocar la retirada, que se efectuo sin mas perdida que la de dos
hombres que se despenaron. Tuvo cinco heridos de consideracion y otros
muchos levemente, y el mismo Orellana recibio un fuerte golpe de piedra,
que despues de haberle roto la quijada inferior, paso a herirle en el
pecho. Los indios tuvieron muchos heridos, 30 muertos, con perdida de
algunas cargas de poca consideracion, y sin embargo que no fue grande la
ventaja que lograron los nuestros este dia, aprovecharon los contrarios
la oscuridad de la noche para ir en busca del Coronel Sanca, que despues
de haber abandonado y entregado a las llamas el pueblo de Lampa, vino a
acampar con su gente a unos cerros eminentes, que distaban solo legua y
media del campo de Orellana.
Con esta noticia juzgo inutil y arriesgado seguir su empeno, y
determino retroceder hasta las Balzas de Juliaca, para atender no solo
a los insultos que se intentasen contra su provincia, sino tambien para
mantener en la fidelidad a los indios de aquel pueblo, y a los de
Caracoto, Cabana y otros, que se mantenian, aun por el Rey. Durante la
marcha tuvo vehementes indicios de la infidelidad del cacique Pacoricona
que le seguia, a quien hizo prender y conducir asegurado, y despues de
haber hecho alto en las cercanias de Chingora, advirtio que por la
cumbre de las montanas se descubrian los indios divididos en dos trozos,
y que el uno marchaba hacia las Balzas de Juliaca; de que infirio
intentaban apoderarse de ellas para cortarle la retirada. A fin de
evitarlo se puso en movimiento, deseoso de atraerlos a un encuentro si
intentaban oponerse, y se acerco al pueblo de Coata, donde podia hallar
el numero de balzas que fuese necesario para pasar sus tropas: y
haciendo inclinar parte de ellas al parage por donde bajaban los indios,
retrocedieron a la eminencia, desde donde el caudillo que los gobernaba
pregunto la razon porque se conducia preso al cacique Pacoricona, siendo
inocente: y seguidamente intimo se le pusiese en libertad, y se le
entregas
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