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(_Isabel inclina la cabeza_.) Pero alzad la cabeza, Isabel.
Si esto es amortajar a un difunto.
ISABEL. iMarsilla!
TERESA. (_Aparte._ Dios le haya perdonado.) Ea, se
concluyo. Bien estais. Ello, si, me habeis hecho perder 10
la paciencia treinta veces.
ISABEL. iMadre mia!
TERESA. Si echais menos a mi senora, ya os he dicho
que no esta en casa, porque para ella, la caridad es antes
que todo. El juez de este ano, Domingo Celladas, tenia 15
un hijo en tierra de infieles: Jaime, ya le conoceis. Hoy,
sin que hubiese noticia de que viniera, se le han encontrado
en el camino de Valencia unos mercaderes, herido y
sin conocimiento. Por un rastro de sangre que iba a parar
a un hoyo, se ha comprendido que debieron echarle 20
dentro; y se cree que hasta poder salir, habra estado en
el hoyo quiza mas de un dia, porque las heridas no son
recientes. Vuestra madre ha sido llamada para asistirle;
me ha encargado que os aderece; os he puesto hecha una
imagen; y ni siquiera he logrado que deis una mirada al 25
vestido, para ver si os gusta.
ISABEL. Si: es el ultimo.
TERESA. iEl dulcisimo nombre de Jesus! No lo
quiera Dios, Isabelita de mi alma: no lo querra Dios;
antes os hara tan dichosa como vos mereceis. Pero 30
salid de ese abatimiento: mirad que ya van a venir
los convidados a la boda, y es menester no darles que decir.
ISABEL (_con sobresalto_). ?Que hora es ya?
TERESA. No tardaran en tocar a visperas ahi al lado,
en San Pedro. Es la hora en que salio de Teruel don 35
Diego; y hasta que pase, mi senor no se considera libre
de su promesa.
ISABEL. Si, a esa hora, a esa hora misma partio ...
para nunca volver. En este aposento, alli, delante de ese
balcon estaba yo, llorando sobre mi labor, como ahora 40
sobre mis galas. Continuamente miraba a la calle por
donde habia de pasar, para verle; ahora no miro: no
le vere. Por alli vino, dirigiendo el fogoso alazan, ensenado
a parase bajo mis balcones. Por alli vino, vestida
la cota, la lanza en la mano, al brazo la banda, ultimo don 45
de mi carino. "Hasta la dicha o hasta la tumba," me dijo.
"Tuya o muerta," le dije yo; y cai sin aliento en el balcon
mismo, tendidas las manos hacia la mitad de mi alma que
se ausentaba.--iSuya o muerta! Y voy a dar la mano a
Rodrigo. iBien cumplo mi palabra! 50
TERESA. Hija mia, desechad esas ideas.
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