un siglo de metalico y de goces, en que todo
parece encaminarse a no desarrollar las fuerzas del espiritu, sino en
cuanto pueden servir a regalar el cuerpo, conviene que se renueven
esas grandes cuestiones, en que el entendimiento divaga con amplisima
libertad por espacios sin fin.
Solo la inteligencia se examina a si propia. La piedra cae sin conocer
su caida; el rayo calcina y pulveriza, ignorando su fuerza; la flor
nada sabe de su encantadora hermosura; el bruto animal sigue sus
instintos, sin preguntarse la razon de ellos; solo el hombre, en
fragil organizacion que aparece un momento sobre la tierra para
deshacerse luego en polvo, abriga un espiritu que despues de abarcar
el mundo, ansia por comprenderse, encerrandose en si propio, alli
dentro, como en un santuario donde el mismo es a un tiempo el oraculo
y el consultor. Quien soy, que hago, que pienso, por que pienso, como
pienso, que son esos fenomenos que experimento en mi, por que estoy
sujeto a ellos, cual es su causa, cual el orden de su produccion,
cuales sus relaciones; he aqui lo que se pregunta el espiritu;
cuestiones graves, cuestiones espinosas, es verdad; pero nobles,
sublimes, perenne testimonio de que hay dentro nosotros algo superior
a esa materia inerte, solo capaz de recibir movimiento y variedad de
formas, de que hay algo que con su actividad intima, espontanea,
radicada en su naturaleza misma, nos ofrece la imagen de la actividad
infinita que ha sacado el mundo de la nada con un solo acto de su
voluntad[I].
CAPITULO II.
VERDADERO ESTADO DE LA CUESTION.
[5.] ?Estamos ciertos de algo? a esta pregunta responde
afirmativamente el sentido comun. ?En que se funda la certeza? ?como
la adquirimos? estas son dos cuestiones dificiles de resolver en el
tribunal de la filosofia.
La cuestion de la certeza encierra tres muy diferentes, cuya confusion
contribuye no poco a crear dificultades y a embrollar materias que,
aun deslindados con suma exactitud los varios aspectos que presentan,
son siempre harto complicadas y espinosas.
Para fijar bien las ideas conviene distinguir con mucho cuidado entre
la existencia de la certeza, los fundamentos en que estriba, y el
modo con que la adquirimos. Su existencia es un hecho indisputable;
sus fundamentos son objeto de cuestiones filosoficas; el modo de
adquirirla es en muchos casos un fenomeno oculto que no esta sujeto a
la observacion.
[6.] Apliquemos esta distincion a la certeza sobre la exi
|