en si no ha pasado sobre ellos, en
aquellas palabras, una rafaga de locura. Los criados y los mendigos van
llegando de la cocina con un rumor lento, ojos de susto, gesto de
misterio, y se detienen sobre el umbral de la puerta_.
ALGUNAS VOCES
iAve Maria Purisima!
EL CABALLERO
iCavada tengo la sepultura! He visto en mi camino a la muerte y estan
marcadas mis horas... Cuando echeis el cuerpo a la tierra, volved a
poner la losa que han alzado mis manos, pero antes no. iMaldito sea
quien lo intente!... Tu, mal hijo, no finjas dolor... Lleva a los otros
la noticia, y celebradla juntos en la cueva de los ladrones, en el
cubil de un lobo, donde nadie os vea. Cuanto era mio, manana sera
vuestro, y el cuerpo que sera de los gusanos, tendra mas noble
destino... No lloreis vosotros, criados y hermanos mios, que estas
puertas las hallareis siempre francas, y, aunque fria, siempre
sentireis mi mano tendida hacia vosotros. iNo dejo otra manda para que
mis crimenes me sean perdonados, y he de alzarme de la sepultura si no
fuese cumplida! No lloreis, y haced silencio, que quiero confesar mis
pecados al senor capellan de mi casa. No tengo mas que un pecado...
iUno solo que llena toda mi vida!... He sido el verdugo de aquella
santa con la impiedad, con la crueldad de un centurion romano en los
tiempos del emperador Neron... Un pecado de todos los dias, de todas
las horas, de todos los momentos... No tengo otro pecado que
confesar... La aficion a las mujeres y al vino, y al juego, eso nace
con el hombre... Pecado grande es haber sido verdugo de un alma y haber
puesto en ella garfios encendidos en las hogueras del Infierno. iLos
garfios que en las carnes de los condenados clava Satanas!... Y ahora
me arrodillo para recibir la absolucion... Senor capellan, la
absolucion, y la tuya tambien, mal hijo, ya que tienen esa gracia tus
manos impuras. Absolvedme y despues clavad esa ventana, clavad esa
puerta, dejadme aqui como en un pozo, solo, para morir.
_El Capellan traza una cruz con su diestra sobre la cabeza del viejo
linajudo, y el murmullo de los rostros aldeanos y mendigos,
resplandeciente de fe, se eleva en una grave onda_.
[Ilustracion]
JORNADA SEGUNDA
ESCENA SEXTA
_Sobre la encrucijada de dos caminos aldeanos, un campo de yerba
humilde salpicada de manzanilla, donde hay un retablo de animas entre
cuatro cipreses. Es paraje en que hacen huelgo los caminantes, y rezan
las viejas, anochecido. Don Rosendo, Don
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